sábado, 28 de abril de 2012


Me fumé el sentido del ridículo, me esninfé la vergüenza, me tomé un mojito cargado de humor, al día siguiente tuve resaca, pero daba igual. ¿Qué coño importaba ya todo? Estaba dispuesta a hacer lo que fuera, y con lo que fuera, me refiero a hacer cualquier cosa, asi que cogí la jeringuilla, y me inyecté por vena algo llamado felicidad

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