lunes, 26 de agosto de 2013


Comenzáis a hablar. Es un imbécil, pero aún así te das cuenta de que te hace sonreír. Mucho. Vale, con un solo mensaje y estando lejos te hace más feliz que cualquier persona que haya a tu alrededor. Los días pasan y cada vez os vais dando cuenta de que tenéis más cosas en común. Los segundos se hacen minutos, y los minutos, horas. Podríais pasaros el día hablando y no os dais ni cuenta. Llega un momento en el que todo adquiere otra dimensión.  Hablar tan solo un minuto con esa persona hace que el resto del día sea feliz. No puedes sacarla de tu cabeza y sonríes al recordar su nombre. Te has hecho adicta a sus tonterías, a sus pequeños detalles y a su manera de ser. Ya no sabes vivir sin todo eso. Os picáis, os hacéis rabiar y os lleváis la contraria . Y ¿Sabes por qué? Porque os morís el uno por el otro.