lunes, 24 de diciembre de 2012



Que me lleves la contraria, que no me des la razón y opines, quiero que nos piquemos y luego nos perdonamos como tu y yo sabemos, quiero que en vez de regalos me hagas sentir que estas ahí, que sigues ahí y que estarás ahí, quiero que me digas que me quieres, que me quieres ahora, en este mismo instante , y que no te importa lo que pasó en el pasado ni lo que pase en el futuro, y que me digas te quiero sin decir nada, quiero que me tires al suelo y que seas tu quien me levante.. , y si.. soy exigente, una niña mimada, caprichosa, egocéntrica, una celosa y que pone caras de asco, pero a pesar de todos de mis defectos que no son pocos, te aseguro que nada puede hacer que te deje de querer, y que nadie va a quererte ni la mitad de lo que te quiero yo

sábado, 22 de diciembre de 2012



Tengo el pelo rubio y el flequillo al lado. No me suelo calentar la cabeza con el peinado, o suelto o con una coleta. No tengo unos ojazos azules espectaculares, ni tampoco esos ojos verdes que enamoran pero por el contrario tengo unos corrientes y normales ojos marrones que a veces, y solo a veces, van retocados con un ligero toque de rimel. No tengo esos labios que parecen morcillas ni los que parecen fideos, son normales, naturales, el borde de una boca ni grande ni chica, pero con la mejor de las sonrisas, aunque últimamente solo sonría para una foto. Ni obesa, ni anorexica; ni gorda, ni delgada; soy de las que se tiran una hora delante del espejo, de las que se prueba mil cosas diferentes para al final ir hecha un desastre. Me puedes decir lo que quieras, no me afecta.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Cuando un cristal o un plato se rompe genera sonido de algo rompiéndose. Cuando una ventana se hace añicos, la pata de una mesa se rompe, o se cae un cuadro de la pared hace ruido.
Pero cuando tu corazón se rompe, el silencio es total. Es algo tan importante que piensas que su ruptura hará tal ruido que se oirá en todo el mundo, o sonará como un gong o un timbre.
Pero simplemente hay silencio y entonces es cuando desearías que hubiese algún sonido que distrajese tu dolor. Si lo hay, es interno. Es un grito y nadie puede oirlo, solo tú. Es tan alto que tus oidos pitan y tu cabeza te duele. Es tan salvaje como una herida abierta al agua salada, pero cuando realmente se rompe solo se oye el silencio. Gritas en tu interior, pero nadie puede oirlo.
Cecelia Ahren